Los problemas para socializar y una baja autoestima pueden llegar a marginar a la persona tartamuda y marcarla para toda la vida. Raquel Escobar, logopeda especializada en tartamudez ha explicado la importancia de tratar la tartamudez en la primera etapa del niño, la edad prescolar de 2 a 6 años. La logopeda enumeró los nuevos enfoques disponibles para afrontar la tartamudez en estas edades, detección precoz, directrices para logopedas y pediatras.
Según la logopeda, que ha participado en la I Jornada ‘La Tartamudez en Edad Pediátrica’, organizada por el Hospital Mesa del Castillo junto a la Fundación Española de la Tartamudez y el Colegio de logopedas de Murcia, «no sabemos si la tartamudez se puede eliminar definitivamente, depende del caso, pero sí estamos seguros de que con una atención precoz podemos suavizar mucho los síntomas».
Una de las muchas claves es el adecuado comportamiento de las personas que rodean al niño que tartamudea, como los padres o los profesores en el colegio. «De su participación y su adecuado comportamiento hacia el niño o niña depende gran parte de la severidad con la que la tartamudez evolucionará en el futuro», concluyó la logopeda.
En la segunda intervención, la logopeda Elisabeth Dulcet habló sobre la tartamudez de la infancia a la adolescencia. En ella, Dulcet se centró en el abordaje clínico, las pruebas complementarias y los criterios de riesgo y exclusión, haciendo hincapié en el trabajo colaborativo entre los actores que conviven con el niño o niña como clave para un adecuado tratamiento.
Desde el ámbito hospitalario en el que trabaja Dulcet, en el Hospital Universitario General de Cataluña, la logopeda resaltó la importancia la coordinación con otras especialidades, especialmente la pediatría. «Es importante que cuando los pediatras encuentran un problema del habla, deriven esos niños al logopeda, que es el especialista del área», señaló.
Sobre la tartamudez en la adolescencia, si no hay un tratamiento temprano, con edades entre 8 y 13 años surgen bloqueos, inseguridades y problemas que pueden marcar para el resto de su vida. «Poner remedio de forma precoz es vital», resaltó Dulcet.
Una de las primeras medidas a tomar en la escuela es la formación de los docentes para que aprendan a enfrentarse con la situación de un niño que tartamudea en su aula. Saber detectar, orientar, sensibilizar al resto de docentes y alumnos, apoyar, dar ejemplo, son algunas de las acciones que un docente puede aplicar para convertirse en un factor positivo en la tartamudez de un alumno.
La jornada concluyó con testimonios de familias que viven la tartamudez de cerca, y un debate en torno a dichos casos donde tanto los profesionales como los padres y madres acercaron experiencias y conocieron distintos puntos de vista de esta característica en el habla.
Encarnación Hernández, directora de la Unidad de Atención Temprana del Hospital Mesa del Castillo presidió el espacio de coloquio y expuso la situación actual de la Atención Temprana en la Región de Murcia.
Destacó la intervención de David, un niño de 15 años que tartamudea y que a pesar de sus dificultades expuso ante la audiencia su experiencia de vida.
David confirmó, a través de sus anécdotas, que las dificultades de la tartamudez no están tanto en el bloqueo a la hora de hablar sino en la interacción social de quien la tiene con las personas que la rodean. Su testimonio lleno de dificultades a la hora de hablar puso en pie al público que aplaudió su valentía.