Más de medio millón de españoles sufre tartamudez.

No es una enfermedad ni una discapacidad, pero sí un problema que puede llevar a la marginación social y laboral. Más de medio millón de españoles tienen problemas de tartamudez. Hoy se celebra en todo el mundo una jornada para concienciar sobre este trastorno.

La tartamudez puede suponer dolor para quien la padece, marginación laboral y aislamiento social. Las personas que tienen este problema sólo necesitan un poco de tiempo para ser escuchados. Sólo piden eso porque a nadie le gusta  que le interrumpan.  Adolfo Sánchez, Presidente de la Fundación Española de la tartamudez lo resume de esta forma: «Escúchame, respétame, déjame hablar y no me termines las frases».

Este año la Fundación Española de la Tartamudez dirige su campaña a los niños y su entorno. Piden que se apueste por una detección precoz. El noventa por ciento de los casos es hereditario.

Una campaña propone apostar por la detección precoz y, sobre todo pide paciencia: un poco de tiempo, porque a todos nos gusta que nos escuchen.

Resulta fundamental el apoyo de los padres, de los pediatras y de los profesores. Con tratamientos de logopedia tempranos para aprender la mecánica del habla se puede conseguir mucho. El bienestar de medio millón de personas depende de un poco de tiempo, de respeto, y de atención.

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El discurso real de 800.000 tartamudos

  • El 80% de las personas que la padecen están en paro pese a que, como dice el presidente del colectivo, «no somos tontos ni lo nuestro es una enfermedad»

  • Él es un empresario de éxito que construye rascacielos, colegios y carreteras en España y Sudamérica

    Adrián Lastra (chaqueta oscura) da vida e el teatro a Jorge VI en la...

    Esta es la historia de 800.000 hombres, mujeres y niños. De personas que no hablan como la mayoría. Que han de aguantar chistes, burlas y mofas los 365 días del año. Esta es la historia -incomprendida- de un sufrimiento.

    Y comienza así, sentados en la fila 13 del Teatro Español de Madrid, el jueves.

    Asistimos a El discurso del rey. Un joven tímido y acomplejado, con una tartamudez provocada por varios traumas de infancia. Ha de enfrentarse inesperadamente al que quizás sea el peor momento de su vida. No estaba previsto que se convirtiera en rey, pero al abdicar su hermano mayor para casarse con una divorciada americana, Jorge, incapaz y angustiado, ha de enfrentarse al mayor reto: hablar en público a sus súbditos ingleses. «Nononopuedo, no puedo…».

    Espoleado por una esposa que no se cansa de animarlo, el futuro rey termina poniéndose en manos de un logopeda australiano. El tratamiento dura 10 meses, a lo largo de los cuales el soberano y su instructor mantienen 82 sesiones de terapia. El final, como cada minuto de la obra, resulta inapetente. Al hombre que da vida al Jorge VI de manera magistral le cuesta volver a ser él. «Hoy me he sen-sentido agotado», suelta Adrián Lastra en su camerino terminada la función. Sin apenas darse cuenta de que seguía siendo el rey.

    Extramuros del teatro, coincidiendo con el estreno de El discurso del rey, otro discurso, el de la campaña de normalización de las personas con tartamudez. «Es, de alguna forma, morirse en vida». Las palabras, a menudo atropelladas, de Adolfo Sánchez, pilar y voz de la Fundación Española de la Tartamudez clavan como puñales el sentir de aquellos a los que se les juzga más por la manera que tienen de decir que por lo que dicen. Algunos, deprimidos en grado severo, intentan el suicidio. Otros terminan excluidos del mercado laboral (el 80% de los tartamudos está en paro o marginados), como los más jóvenes, por sus compañeros de colegio o de instituto que se burlan.
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Un tratamiento precoz de la tartamudez, vital para reducir su evolución.

La tartamudez ha sido objeto de poca preocupación hasta ahora entre profesionales y asumida como una condición sin remedio por quien la padece. Sin embargo, aunque no se trata de una característica que ponga en riesgo la vida, cuando se vive desde dentro o se investiga un poco, nos damos cuenta de la cantidad de repercusiones que puede llegar a tener.

Los problemas para socializar y una baja autoestima pueden llegar a marginar a la persona tartamuda y marcarla para toda la vida. Raquel Escobar, logopeda especializada en tartamudez ha explicado la importancia de tratar la tartamudez en la primera etapa del niño, la edad prescolar de 2 a 6 años. La logopeda enumeró los nuevos enfoques disponibles para afrontar la tartamudez en estas edades, detección precoz, directrices para logopedas y pediatras.

Según la logopeda, que ha participado en la I Jornada ‘La Tartamudez en Edad Pediátrica’, organizada por el Hospital Mesa del Castillo junto a la Fundación Española de la Tartamudez y el Colegio de logopedas de Murcia, «no sabemos si la tartamudez se puede eliminar definitivamente, depende del caso, pero sí estamos seguros de que con una atención precoz podemos suavizar mucho los síntomas».

Una de las muchas claves es el adecuado comportamiento de las personas que rodean al niño que tartamudea, como los padres o los profesores en el colegio. «De su participación y su adecuado comportamiento hacia el niño o niña depende gran parte de la severidad con la que la tartamudez evolucionará en el futuro», concluyó la logopeda.

En la segunda intervención, la logopeda Elisabeth Dulcet habló sobre la tartamudez de la infancia a la adolescencia. En ella, Dulcet se centró en el abordaje clínico, las pruebas complementarias y los criterios de riesgo y exclusión, haciendo hincapié en el trabajo colaborativo entre los actores que conviven con el niño o niña como clave para un adecuado tratamiento.

Desde el ámbito hospitalario en el que trabaja Dulcet, en el Hospital Universitario General de Cataluña, la logopeda resaltó la importancia la coordinación con otras especialidades, especialmente la pediatría. «Es importante que cuando los pediatras encuentran un problema del habla, deriven esos niños al logopeda, que es el especialista del área», señaló.

Sobre la tartamudez en la adolescencia, si no hay un tratamiento temprano, con edades entre 8 y 13 años surgen bloqueos, inseguridades y problemas que pueden marcar para el resto de su vida. «Poner remedio de forma precoz es vital», resaltó Dulcet.

Una de las primeras medidas a tomar en la escuela es la formación de los docentes para que aprendan a enfrentarse con la situación de un niño que tartamudea en su aula. Saber detectar, orientar, sensibilizar al resto de docentes y alumnos, apoyar, dar ejemplo, son algunas de las acciones que un docente puede aplicar para convertirse en un factor positivo en la tartamudez de un alumno.

La jornada concluyó con testimonios de familias que viven la tartamudez de cerca, y un debate en torno a dichos casos donde tanto los profesionales como los padres y madres acercaron experiencias y conocieron distintos puntos de vista de esta característica en el habla.

Encarnación Hernández, directora de la Unidad de Atención Temprana del Hospital Mesa del Castillo presidió el espacio de coloquio y expuso la situación actual de la Atención Temprana en la Región de Murcia.

Destacó la intervención de David, un niño de 15 años que tartamudea y que a pesar de sus dificultades expuso ante la audiencia su experiencia de vida.

David confirmó, a través de sus anécdotas, que las dificultades de la tartamudez no están tanto en el bloqueo a la hora de hablar sino en la interacción social de quien la tiene con las personas que la rodean. Su testimonio lleno de dificultades a la hora de hablar puso en pie al público que aplaudió su valentía.

La tartamudez, un problema del habla que se puede prevenir antes de que empiece el miedo.

  • En España, unas 800.000 personas tienen tartamudez

  • Los expertos coinciden en la necesidad de normalidad para el niño

  • Un 5% de niños de 2 a 5 años tienen dificultades normales en el habla.

    En total, unas 800.000 personas, cerca del 2% de la población adulta, tiene tartamudez en España, con una frecuencia de tres hombres por cada mujer. Las causas de este problema no se conocen, pero la mayoría de expertos consideran que el entorno y la predisposición genética son factores clave.

    Un 5% de la población infantil presentará en algún momento disfluencias evolutivas, es decir, problemas en la fluidez del lenguaje, normales en su desarrollo, explica Alicia Fernández Zúñiga, psicóloga clínica especialista en trastornos del lenguaje.

    Las disfluencias evolutivas normales en el desarrollo del lenguaje, suelen aparecer cuando el niño está alterado o nervioso y cuando se prepara para explicar algo complicado. Se consideran así, por ejemplo, las vacilaciones, la reformulación de oraciones, los silencios entre las palabras, y el uso de interjecciones y muletillas.

    Entre los dos y los cinco años, esas disfluencias evolutivas son normales y un ambiente de normalidad permite que vayan remitiendo en el 80% de los niños “sin que ello suponga colgarle un cartel e etiqueta”, con la carga psicológica que ello implica, explica Iris Jiménez Blanco, docente especializada en logopedia.

    Las disfluencias que pueden indicar tartamudeo, sobre las que hay que estar más vigilantes, son la repetición de sílabas o de sonidos, el bloqueo o interrupción del flujo del aire, la velocidad rápida al hablar, más de dos repeticiones de palabras cortas, la tensión y el esfuerzo por hacer salir las palabras.

    Romper las barreras de la tartamudez

    La Fundación Española de la Tartamudez (TTM) respalda el método Lidcombe, desarrollado en Australia e implantado en España hace unos seis años, como uno de los más efectivos para el tratamiento temprano. Un método en el que los padres ayudan a su hijo en un entorno familiar y con un ambiente de juego, en el que habla de forma fluida.

    En relación a las terapias existentes, Yolanda Sala cree que hay métodos que te hacen «estar muy pendiente de las repeticiones y hablar silabeando», con los que al final «dejas de ser tú», asegura, porque “estar pendiente de la ‘f’ de fluidez te impide ver la ‘f’ de felicidad».

    Uno de los recursos que la TTM puso en marcha son los grupos de autoayuda. Dafne Lavilla, tiene 25 años y es representante en Madrid de la fundación, ha conseguido controlar la tartamudez y ahora se encarga de recibir a las personas que quieren formar parte de estos grupos. El problema de la tartamudez no se conoce bien, según ella, porque la gente piensa que “es menos de lo que es, que te atrancas al hablar y ya está, sin embargo tiene mucha carga psicológica y social y es importante que se sepa”.

    Ver más en: http://www.rtve.es/noticias/20141022/tartamudez-problema-del-habla-se-puede-prevenir-antes-empiece-miedo/1033625.shtml